En sus manos
Cuidado con el ruido del secador de manos
Los ‘secamanos’ automáticos suelen estar en todos los baños públicos de restaurantes, aeropuertos, centros comerciales, estaciones, los vemos más de lo que nos fijamos y los escuchamos casi siempre que entramos. Sin embargo, personalmente, jamás había reparado en el daño en los oídos que estos aparatos podrían estar ocasionando a los niños que utilizan un servicio público.
¿Puede un secador de manos de un baño público ser perjudicial para los oídos de los niño y niñas? – Paloma López y Rocío Gavilán – Psicología Velázquez – Especial para conRderuido.com
- La niña canadiense, Nora Keegan, con solo 13 años, ha publicado su primer trabajo de investigación sobre este asunto en una revista científica.
- Hay ciertas marcas de secadores de manos que supera los 110 decibelios… las quejas de los niños estaban justificadas, por lo que Nora solicitó la revisión o el cambio de dichos aparatos.
Los ‘secamanos’ automáticos suelen estar en todos los baños públicos de restaurantes, aeropuertos, centros comerciales, estaciones, los vemos más de lo que nos fijamos y los escuchamos casi siempre que entramos.
Sin embargo, personalmente, jamás había reparado en el daño en los oídos que estos aparatos podrían estar ocasionando a los niños que utilizan un servicio público.
Estudio científico
Ha sido la niña canadiense, Nora Keegan, con solo 13 años, la que ha publicado su primer trabajo de investigación sobre este asunto en una revista científica.
Nora revela que, desde que era pequeña, mostró interés en los ‘secamanos’, que provocaban que muchos niños se taparan los oídos al empezar a funcionar
Nora revela que, desde que era pequeña, mostró interés en los aparatos ‘secamanos’, ya que provocaban que muchos niños como ella se taparan los oídos al empezar a funcionar.
Keegan refiere que, mientras los padres de estos niños pensaban que estaban exagerando, ella sentía empatía con ellos porque también le zumbaban los oídos.
Fue en ese momento, según detalla en el artículo, cuando empezó su curiosidad por saber si el ruido que hacían esos secadores, podría generar algún problema en niños como ella.
Su curiosidad se convirtió en realidad cuando tuvo que buscar un proyecto para la feria de ciencias y le dio pie a investigar su teoría.
El ruido de los ‘secamanos’
Keegan introduce su estudio explicando que, con anterioridad, otros investigadores se habían centrado en el ruido que estos aparatos ocasionan a los oídos adultos, pero nadie se había parado a reparar qué ocurría con los oídos de los niños, que son más sensibles al ruido.
Keegan midió el ruido de 44 secadores de manos en sitios frecuentados por niños: escuelas, centros comerciales, polideportivos, bibliotecas…
En su estudio, la menor, midió el ruido de 44 secadores de manos situados en sitios que eran frecuentados por niños, como escuelas, centros comerciales, polideportivos, bibliotecas, etc.
Una de las primeras conclusiones fue que los decibelios aumentaban si las manos eran colocadas cerca de la salida del aire caliente.
Y combinando distintas alturas de las manos, descubrió que el nivel de decibelios cambiaba en función de la altura y la distancia de la colocación de las manos.
Nora siempre ha estado apoyada por su familia en esta trabajo y finalizó su articulo desarrollando todos los pasos que se consideran necesarios en un proceso de investigación.
Nora Keegan, de investigadora a inventora
La menor ha fabricado un aparato que reduce 11 decibelios el ruido de uno de los secadores que más daño causa
Una vez fue publicado, el tema llegó al Ministerio de Salud.
Nora alegó en su articulo que, puesto que el Ministerio de Salud limita a 100 decibelios el sonido máximo de los juguetes, y hay ciertas marcas de secadores de manos que supera los 110 decibelios, las quejas de los niños estaban justificadas, por lo que solicitaba la revisión o el cambio de dichos aparatos.
Además de la solicitud de la revisión o el cambio, la menor ha fabricado un aparato que reduce en unos 11 decibelios el ruido de uno de los secadores que más daño causa. Actualmente, Nora Keegan no sabe si continuará con sus investigaciones en este campo.