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Fiestas para muchos, horrores para otros

Con la llegada del verano, España se convierte en una gran verbena. Nuestras plazas y calles son una fiesta. Desde los San Fermines al patrón del pueblo más recóndito, el exceso de ruido está garantizado todos los días y noches de las fiestas patronales.

Con la llegada del verano, España se convierte en una gran verbena. Nuestras plazas y calles son una fiesta. Desde los San Fermines al patrón del pueblo más recóndito, el exceso de ruido está garantizado todos los días y noches de las fiestas patronales.

Pero, ¿qué pasa cuando tienes la desgracia de que las fiestas del pueblo se celebren al lado de tu casa, de forma que quieras o no se meten en tu habitación?

Cierto es que las tradiciones deben respetarse, pero también deben modernizarse

Cierto es que las tradiciones deben respetarse, pero también deben modernizarse. Al igual que la costumbre es fuente de la ley, el Derecho debe adaptarse a las nuevas realidades sociales.

No debe ser igual la regulación de las celebraciones patronales que vienen de nuestros padres y abuelos (verbenas populares amenizadas por bandas de músicos sin mas útiles que sus instrumentos y su talento), que las auténticas discotecas móviles y orquestas que hoy llevan el escenario en el trailer, y que no solo amenizan las fiestas de tu pueblo o de tu barrio, sino las de los pueblos de la comarca y de los barrios de toda la ciudad.

Fiesta y ruido, fuegos artificiales

Regulación del ruido, el dilema

La regulación del ruido en los municipios siempre ha establecido el exceso sobre los límites de sus Ordenanzas como una excepción a la normativa general. En días de fiestas patronales, se levanta la mano precisamente porque los promotores de los conciertos y bailes son los propios Ayuntamientos. Claro está, haciéndose eco del lógico deseo popular.

En días de fiestas patronales, se levanta la mano precisamente porque los promotores de los conciertos y bailes son los propios Ayuntamientos

Sin embargo, estamos ante un conflicto de intereses. Por un lado, tenemos a los ciudadanos que deben soportar el ruido de la fiesta dentro de su casas por que les ha tocado en mala suerte que les coloquen la celebración en su misma calle o plaza.

Por otro, la mayoría, los que acuden de otras zonas más alejadas a divertirse y regresan a sus casas cuando les apetece dejando atrás el jolgorio.

¿Tienen estas familias, quizás con alguno de sus miembros enfermo, con ancianos, niños o sencillamente con personas que deben levantarse pronto para trabajar al día siguiente, la obligación jurídica, el deber, de soportar el ruido de la fiesta estoicamente, quieran o no?

¿Tiene el Ayuntamiento el poder arbitrario de decidir dónde se instala la Feria, año tras año, sin considerar los perjuicios que puede ocasionar a una minoría de sus ciudadanos, aunque tenga la aprobación de la inmensa mayoría?

Ricardo Ayala, abogado especialista en ruido y contaminación acústica - Foto Jesús Umbría

Ricardo Ayala, Ayala & González, abogado especialista en ruido y contaminación acústicaFoto Jesús Umbría

Primero, salud e intimidad

En mi opinión, junto con el derecho a hacer las fiestas existe la obligación de los Poderes Administraciones Públicas de proteger los derechos fundamentales de sus ciudadanos, sobre todo la salud y la intimidad en sus hogares, y ante este conflicto de intereses deben primar estos últimos.

Los Ayuntamientos tienen la obligación legal  de minimizar los efectos negativos que causan sus fiestas populares

Sobre todo, debe imponerse el no causar molestias y perjuicios a los ciudadanos. Frente a la mera conveniencia de celebrar las fiestas en un céntrico lugar, y normalmente siempre en el mismo sitio, se pueden buscar  alternativas que aunque resulten menos cómodas no perjudiquen gravemente a nadie, aunque sea una minoría.

Los Ayuntamientos tienen la obligación legal no sólo de buscar una mejor calidad de vida de sus administrados, sino además de minimizar los efectos negativos que causan sus fiestas populares. Por eso, durante los días de celebración, deben esforzarse por hacer cumplir las normas de convivencia que ellos mismos regulan en sus ordenanzas para reducir el ruido, la suciedad, la inseguridad y proteger los espacios públicos.

Prevención contra el ruido

Es lógico pensar que si la celebración de conciertos multitudinarios produce un nivel de ruidos muy superior al normal, el nivel de prevención para minorarlo en todo lo posible debe ser acorde. Y para tal fin, buscar soluciones como:

  • Ubicar los conciertos y la instalación de atracciones de feria en lugares lo más alejados posible de las viviendas
  • Buscar ubicaciones distintas cada año
  • Limitar el uso de amplificadores
  • Restringir los horarios o adecuarlos a las horas de descanso adelantando el final de las actuaciones,
  • Moderar los aforos para evitar aglomeraciones
  • Controlar el consumo de alcohol en la calle, entre otras medidas

Las fiestas no pueden suponer un problema que afecte a la salud y dignidad de vida para quienes no quieren participar en ellas

Fiestas para… todo el pueblo

En su caso, los vecinos perjudicados pueden reclamar en los tribunales de la Jurisdicción Contencioso Administrativa sus derechos a no ser perjudicados en beneficio de una mala administración incluso a costa de la mayoría, exigiendo el cese o toda la minoración posible del ruido en sus hogares, y el resarcimiento de los daños y perjuicios padecidos.

Las fiestas no pueden suponer un problema que afecte a la salud y dignidad de vida para quienes no quieren o no pueden participar en ellas, máxime cuando tienen que padecer estas celebraciones año tras año de forma inmisericorde, celebraciones que en muchas ocasiones les echan de sus casas.

En definitiva, los Ayuntamientos tienen la obligación de hacer compatibles la distintas formas de vida que desean desarrollar sus vecinos, los que se quieren divertir y los que no quieren, o no pueden, por qué así las fiestas del pueblo serán, por fin, fiesta para todo el pueblo.

Abogado de raza y vocación. Abogado de toga y tribunales. Abogado siempre de trato humano y personal. Primero la persona y después el cliente. 25 años de ejercicio ininterrumpido. Centrado en asuntos de índole civil, inmobiliario y propiedad horizontal. Especializado en defensa de las personas perjudicadas por el ruido. Si se puede evitar un juicio hay que luchar por evitarlo; pero si hay que luchar en un juicio, será sin tregua. Espero dedicar toda mi vida profesional a conseguir una sociedad más civilizada.

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