Alta Fidelidad
Diálogo con el tiempo
No es una distopía, es nuestra realidad. En un corto periodo de tiempo de ser meros espectadores nos hemos convertido en actores de una situación que no es una fake news ni que ocurre en un lugar lejano como China. Ocurre en nuestra ciudad, en tu barrio y es más cercana a ti de lo que te puedas imaginar. A pesar de los momentos duros, del confinamiento, no es la luz del sol que entra por mi ventana la que me da esperanza sino la movilización humana que la situación ha traído.
Diálogo con el tiempo – Laura Quiun – Comunicadora Social, Doctora en Psicología, Coach Ejecutiva y Associate Member del International Society for Coaching Psychology – Especial para conRderuido.com.
- Existen límites entre el agobio y el miedo, el límite lo marca la realidad. Una aceptación que puede ser dura, pero quizá resulte la mejor opción para hacer frente a una situación de esta magnitud.
- A pesar de los momentos duros, del confinamiento, no es la luz del sol que entra por mi ventana la que me da esperanza sino la movilización humana que la situación ha traído.
No es una distopía, es nuestra realidad. En un corto periodo de tiempo de ser meros espectadores nos hemos convertido en actores de una situación que no es una fake news ni que ocurre en un lugar lejano como China.
Ocurre en nuestra ciudad, en tu barrio y es más cercana a ti de lo que te puedas imaginar.
“Nosotros nos agarrábamos a los jirones de esperanza y hasta el último momento creímos que no todo sería tan malo” (Viktor Frankl)
Enfado e impotencia
He de reconocer que he sentido cierto enfado e impotencia ante lo que sucedía.
No tanto por el impacto del virus, ni por los miedos expresados, la angustia y las conductas desorganizadas, como compras impulsivas inexplicables…
… sino por el poder encontrar a personas que, a pesar de que estamos frente a un escenario más que evidente, se enfrentan a la enfermedad desde la incredulidad, negando una realidad que se presenta totalmente apabullante. Están asumiendo, sin querer, conductas de riesgo, que resultan nocivas tanto para ellas como para las personas que están a su alrededor.
Existen límites entre el agobio y el miedo, el límite lo marca la realidad. Una aceptación que puede ser dura, pero quizá resulte la mejor opción para hacer frente a una situación de esta magnitud.
Límites de seguridad
Del mismo modo que he podido experimentar este enfado, me ayudó comprender que era producto de sentir que mis límites de seguridad podían ser vulnerados.
“Si queréis manteneros vivos aplicaros a vuestro trabajo” (Viktor Frankl)
Me permitió ponerme en su lugar el recordar una experiencia vivida y entender que posiblemente esa incredulidad era debida a la incapacidad de asimilar que situaciones duras como estas, también pueden ocurrirnos. Esto, me permitió ver que yo misma también lo hacía de manera paulatina.
En un reportaje escuché a personas mayores explicar por qué, a pesar del peligro inminente, seguían saliendo. Me permitió entender sus necesidades y quizá orientarme a aquello que bajo mi punto de vista podía constituir una solución. Algo tan simple como compartir información de utilidad respecto a lo que pasaba e involucrarme en acciones solidarias, como recogidas de firmas.
Participar en espacios en los que habían personas con las mismas inquietudes resultó reconfortante, si bien no consiguieron que la realidad cambiase, sí me ayudó en los primeros días a hacerla más llevadera.
Reencuentro con la solidaridad
Porque algo maravilloso que esto me ha traído es el reencontrarme con la solidaridad, a pesar de los momentos duros, estar de baja. No es la luz del sol que entra por mi ventana la que me da esperanza sino la movilización humana que la situación ha traído consigo. Volvemos, a pesar del aislamiento, a ser humanidad. Los límites geográficos no existen.
“Comprendí cómo el hombre desposeído de todo en este mundo, todavía puede conocer la felicidad, aunque sólo momentáneamente, si contempla al ser querido” (Viktor Frankl)
Un poco antes, un poco después, a tu ritmo, cada uno a su ritmo habrá descubierto el regalo maravilloso que la vida tenía para cada uno y cada una, un maravilloso aprendizaje detrás de esta metáfora que no es otra que nuestra realidad actual.
Posiblemente lo que he vivido, no tenga ni de lejos la linealidad del relato, porque te puedo decir que a todos nos ha tomado tiempo adaptarnos, tomar conciencia y ver que no era de otros, sino de nosotros el integrar todas estas medidas de seguridad.
Quizá nuestro confinamiento dista mucho del de Viktor Frankl, a pesar de los años y el contexto, sus palabras a mi modo de ver resultan hoy, actuales y necesarias, por eso las comparto.
“En realidad no importa que no esperemos nada de la vida, sino si la vida espera algo de nosotros” (Viktor Frankl)