Alta Fidelidad
La niña que no se escuchaba
Había una vez una niña que nació con una extraña enfermedad, era tan extraña que no se consideraba ni enfermedad rara porque nunca tuvo un diagnóstico que reconociera lo que le pasaba. Lo que le ocurría a esta niña es que no podía escuchar su voz. Sí oía todo lo que ocurría a su alrededor, escuchaba todas las voces de su entorno, los ruidos de la naturaleza y los propios de la cuidad, era capaz de identificar la música y distinguir ritmos, conocía los distintos tonos de voz que reflejan los estados de ánimo de la gente que le rodeaba…
La niña que no se escuchaba – Por Carmen G. Campos – La Ventaja del Caracol
- Esta niña era capaz de oír todo menos su propia voz, así que aunque sabía hablar dejó de hacerlo porque le resultaba frustrante que su oído no recibiera la orden que mandaba su cerebro.
- Como no podía escucharse dejó también de hablar consigo misma y el diálogo interior que nos acompaña a todos fue apagándose poco a poco hasta que terminó desapareciendo.
Había una vez una niña que nació con una extraña enfermedad, era tan extraña que no se consideraba ni enfermedad rara porque nunca tuvo un diagnóstico que reconociera lo que le pasaba.
Lo que le ocurría a esta niña es que no podía escuchar su voz. Sí oía todo lo que ocurría a su alrededor, escuchaba todas las voces de su entorno, los ruidos de la naturaleza y los propios de la cuidad, era capaz de identificar la música y distinguir ritmos, conocía los distintos tonos de voz que reflejan los estados de ánimo de la gente que le rodeaba…
Esta niña era capaz de oír todo menos su propia voz
Esta niña era capaz de oír todo menos su propia voz, así que aunque sabía hablar dejó de hacerlo porque le resultaba frustrante que su oído no recibiera la orden que mandaba su cerebro.
Quienes no la conocían pensaban que era sorda e intentaban comunicarse con ella con lenguaje de signos, pero ella no lo había estudiado, no lo necesitaba porque los oía perfectamente.
No necesitaba el lenguaje de signos ni tampoco leer los labios, a pesar de que la gente le hablaba alto y despacio como si así fueran a tener respuesta. Pero no contestaba a ninguno de estos estímulos porque para ella hablar sólo era vacío y silencio.
Sin escucharse y sin diálogo interior
Como no podía escucharse dejó también de hablar consigo misma y el diálogo interior que nos acompaña a todos fue apagándose poco a poco hasta que terminó desapareciendo.
Como no podía escucharse dejó también de hablar consigo misma y el diálogo interior que nos acompaña a todos fue apagándose
De esta manera fueron sus padres los que fueron decidiendo lo que debía hacer en cada momento.
Lo hicieron con mucho amor pensando siempre en lo que a su hija la podía interesar o gustar, descubriéndole experiencias con el fin de encontrar motivaciones, aficiones y buscar su vocación.
Los pobres padres sólo daban palos de ciego porque era difícil conocer a esta niña que no se escuchaba y no se hablaba.
Así que estudió en un colegio de educación especial, jugó al fútbol en un equipo de su barrio, cenó pizza todos los viernes para recibir el fin de semana, jugó al parchís todos los domingos por la tarde, fue a natación los miércoles después de clase durante años, leyó libros de aventuras desde que, sus padres y sus profesores, entendieron que había aprendido a leer…
Durante años no supo si realmente le gustaba o no aquellas experiencias que iban llenando sus días.
Un torrente de voz incontrolable
Un día, cuando esta niña ya no lo era, estaba sola en su casa cuando de pronto comenzó a oler a humo.
Miró por toda la casa para ver si encontraba el foco de aquel olor que cada vez era más penetrante.
Como no encontraba el origen se asomó al portal y vio pequeñas llamas que salían de las ventanas de la casa de enfrente, la casa donde estaba su vecina de toda la vida, una mujer mayor y entrañable que siempre la sonreía y nunca intentaba hacerla hablar.
De pronto su voz salió como un torrente incontenible y pidió ayuda de manera desesperada
Sin pensarlo dos veces corrió hacía el teléfono fijo de su casa y llamó al 112.
Cuando cogieron el teléfono al otro lado sintió un vértigo que le hizo perder la visión de lo que estaba alrededor pero de pronto su voz salió como un torrente incontenible y pidió ayuda de manera desesperada.
Cuando fue consciente de que por primera vez en su vida había escuchado su voz sólo le dio tiempo a llegar a su sillón para sentarse y vio como todo a su alrededor iba desapareciendo todo a cámara lenta.
Caminos duros, metas maravillosas
No había vuelto a hablar porque no sabía que era capaz, pero a veces la vida te lleva por caminos duros para llegar a metas maravillosas
Abrió los ojos en el hospital y al ver la cara de sus padres se le llenaron los ojos de lágrimas. Sólo quería decirles que había podido hablar pero los nervios no la dejaban organizar las palabras.
Poco a poco comenzó a hablar bajo la atenta mirada de sus padres que recibieron emocionados la voz de su hija.
Desde ese momento un torrente de pensamientos llenó su cabeza hasta el punto que necesitó calmantes para dormir porque no era capaz de relajar su cabeza para poder descansar.
Esta niña, que se comenzó a conocer ya siendo una mujer, no había vuelto a hablar porque no sabía que era capaz de hacerlo pero a veces la vida te lleva por caminos duros para llegar a metas maravillosas.