¡A veces no oímos por el ruido y otras no queremos oír! Un banco cualquiera en una ciudad cualquiera. Y una conversación que no es cualquier cosa.
– No sé si a estas edades perdemos el oído por tanto ruido que hemos acumulado…
– … O porque a estas alturas ya no podemos escuchar más malas noticias.
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¡A veces no oímos por el ruido y otras no queremos oír!
Palabras sabias, porque a fuerza de soportar a diario durante muchos años de la vida el ruido que nos rodea (tráfico, aviones, trenes, vecinos, fábricas, discotecas, etc., etc., etc.) la salud se resiente.
Y la perdida de audición es una realidad de la que nos advierten los especialistas médicos de forma insistente y con toda la razón.
Perdida de audición que no suele llegar de golpe, sino con los años de la exposición a la contaminación acústica, el ‘asesino escandaloso’ en la ciudad al que se refiere la OMS.
Otra cosa es que no queremos angustiarnos con el ruido que genera el mundo: pandemias, guerras, y miles y miles de noticias para llorar.
Lo dicho, que a veces el ruido no nos deja oír y otras no queremos oír. Otra cuestión es ‘pegar el oído’…