La tendencia actual en las unidades de cuidados intensivos es la de humanizar el entorno de las áreas de críticos, manteniendo el cuidado y el control de los pacientes, pero disminuyendo el nivel de hostilidad del entorno clínico.
En este sentido somos conscientes de que uno de los motivos de queja de los pacientes es el nivel de ruido del entorno que, especialmente en horario nocturno impide el descanso de los enfermos.
Uno de los motivos de queja de los pacientes es el nivel de ruido del entorno que, especialmente en horario nocturno impide el descanso de los enfermos
El ruido ambiente es generado por la actividad humana, que produce ruido vinculado a la actividad profesional, ruido vinculado a utillaje y ruido vinculado a la interacción entre las personas.
Ruido de alarmas en la Unidad de Cuidados Intensivos
Otro importante foco de ruido es el de las alarmas de los aparatos médicos. Este último tiene especial importancia porque su persistencia y repetitividad incrementa claramente el nivel de estrés de los pacientes, a quienes se hace vivir en un ambiente de persistente sensación de peligro.
La monitorización de los pacientes en la UCI genera la activación de alarmas sonoras. Éstas constituyen, por una parte un elemento de seguridad para el paciente y, por otro, un elemento de contaminación acústica y, de forma secundaria, de estrés para el enfermo y para el personal sanitario.
El número de alarmas generadas diariamente por paciente llega a ser superior a 300, según diversos autores. De todas las alarmas producidas hay que diferenciar entre las que indican un cambio significativo en el estado clínico del paciente y las que se deben a modificaciones no importantes o incluso se deban a falsas alarmas.
En cualquier caso, el sumatorio de todas ellas es uno de los elementos responsables de que el nivel de ruido en una UCI sea significativamente superior a los niveles recomendados por la OMS.
La sobreproducción de avisos auditivos incluso se ha asociado al síndrome de fatiga de alarmas, en el cual se produce la impermeabilización del personal sanitario a las alarmas, con el consiguiente riesgo para la seguridad del paciente.
Misma seguridad del paciente, pero menos ruido
Así, hemos realizado el proyecto UCI Silenciosa para mejorar la gestión de las alarmas generadas por la monitorización de los pacientes, reduciendo la contaminación acústica, sin reducir en el más mínimo la seguridad de los pacientes, con el objetivo final de mejorar el nivel de confort de los enfermos y el entorno de trabajo de los profesionales.
El proyecto UCI Silenciosa ha mejorado la gestión de las alarmas por monitorización, con disminución de la contaminación acústica, sin reducir la seguridad de los pacientes
En este sentido, se desarrolló el proyecto para determinar, inicialmente, cuál era el número de alarmas que se generaban diariamente en la UCI del Centro Médico Teknon, una instalación de 14 camas destinada a cuidados críticos polivalentes.
Se aprovechó la situación de la renovación de la monitorización para evaluar cuántas alarmas se generaban diariamente por paciente, a qué se debía la alarma, qué acción generaba la alarma en el personal sanitario, a qué box de la UCI correspondían y en qué momento del día se presentaban. El período de observación se extendió a tres meses, tanto período diurno como nocturno.
De la cuantificación de las alarmas se obtuvo el primer dato sorprendente, el número de alarmas generadas era de 1000 por día (un promedio de una alarma cada 90 segundos), correspondiendo a unas 80 alarmas por box y día (un promedio de una alarma cada 18 minutos).
El análisis del número de alarmas por cama de UCI mostró que las alarmas tendían a concentrarse en determinados pacientes, algunos de los cuales habían llegado a generar 1500 alarmas en un día.
Ansiedad innecesaria para los familiares
Del análisis y observación de los hechos se constató que en situaciones de agravamiento del paciente, a pesar de que el personal médico y de enfermería se encuentren a su lado adoptando las medidas terapéuticas pertinentes, las alarmas no cesaban de activarse, generando ruido ininterrumpido.
Asimismo, en aquellos pacientes en los cuales se adoptó la decisión de interrumpir el esfuerzo terapéutico y que, en sus últimas horas permanecían acompañados de sus familiares persistía la activación de las alarmas. En esta circunstancia, generaban una ansiedad absolutamente innecesaria a sus familiares.
El servicio técnico modificó los algoritmos de gestión de las alarmas para detectar las falsas alarmas y reducir el número de avisos inadecuados
En estas dos situaciones, muy evidentes, se decidió crear un perfil de alarmas en el cual se suprimían totalmente las alarmas auditivas.
En pro de mantener la seguridad del paciente, durante el período en que se adoptaba esta medida, la pantalla del monitor cambiaba ostensiblemente de configuración y de colorido, a fin y efecto de que, una vez solucionada la situación, fuera evidente que había de recuperarse la configuración inicial.
De la observación de la incidencia de alarmas también se hizo evidente que la medida de la saturación de oxígeno del paciente era la que mayor número de alarmas generaba. En este caso, se decidió incorporar un elemento visual en forma de flecha que indicara la evolución del parámetro en los últimos 30 minutos (ascendente, horizontal, descendente), haciendo evidente cuál era la tendencia del paciente y avisando visualmente al personal sanitario antes de que la alarma sonora se activase.
Asimismo el servicio técnico modificó los algoritmos de gestión de las alarmas para detectar las falsas alarmas y reducir el número de avisos inadecuados.
Descenso del número de alarmas en un 25%
Un mes después de haber implementado estas modificaciones se abrió un período de observación de 2 meses con los mismos elementos de valoración que en el período inicial. Los resultados evidenciaron un descenso en el número de alarmas del 25%.
Está previsto medir con sonómetros el nivel de contaminación acústica global, en qué momentos del día se genera y los focos de ruido más habituales
No ha sido posible valorar el grado de satisfacción por parte de los pacientes y sus familiares, debido a la alta rotatividad de las estancias, pero la impresión general por parte del personal sanitario es que es evidente la reducción del número de alarmas y que el nivel de malestar secundario a las alertas auditivas ha disminuido significativamente.
Asimismo existe el convencimiento general de que el número de comentarios negativos de los pacientes referidos al ruido percibido, ha disminuido de forma apreciable.
Actualmente, el proyecto sigue en marcha y está previsto medir, mediante sonometría, cuál es el nivel de contaminación acústica global, observar en qué momentos del día se genera y cuáles son los focos de ruido más habituales. De esta forma, podremos aplicar las medidas correctoras para disminuir el nivel de ruido ambiental, mejorar el nivel de confort de nuestros pacientes y reducir el estrés laboral.
El ruido ambiente genera en los enfermos ansiedad, les impide conciliar el sueño, les despierta inopinadamente y genera desorientación y delirio en aquellos pacientes más frágiles
Estamos convencidos de que el ruido ambiente es un elemento claramente distorsionador en la evolución de los pacientes. Genera en los enfermos ansiedad, les impide conciliar el sueño, les despierta inopinadamente y, a causa de este descanso inadecuado, genera desorientación y delirio en aquellos pacientes más frágiles.
Hasta ahora se le ha dado poca importancia y se ha considerado un elemento “normal” en la actividad de un área de atención continuada, como son las unidades de cuidados intensivos.
Es cierto que la atención a los pacientes y la seguridad de la vigilancia electrónica ha de generar un cierto nivel de ruido, pero ello no es incompatible con el hecho de que los profesionales sanitarios hemos de ser responsables de garantizar la seguridad de los enfermos sin renunciar al mayor grado posible de bienestar de nuestros pacientes, y en esta área, entre otras muchas medidas hemos de intentar reducir el ruido innecesario del entorno de los enfermos.