Noticias
El arte de saber pedir, tener razón y que te la den
El ruido, en un juzgado, es invisible e inaudible pues no podemos reproducir en sala cómo afectan al perjudicado esos sonidos que se meten en su casa, alteran su vida y afectan a su salud. Sin embargo, es tarea ardua del abogado hacerlo visible y audible; esto es, perceptible y sensible para el juez, y que se produzca, además del arte de saber pedir y tener la razón, la tercera condición, que nos den la razón.
Los abogados decimos que para ganar un juicio existen tres condiciones necesarias: tener razón, saberla pedir y finalmente, que te la den.
“Dadme los hechos que yo aplicaré el Derecho”, dice otro axioma para los jueces
¿Parece de perogrullo? No lo es, podemos tener razón, pero si no la sabemos pedir puede que no nos la den. Y, desde luego, el saberla pedir es un arte forense.
La máxima del Derecho dice: “quien alega, prueba”. Es decir, sobre el demandante recae la carga de la prueba, pues la difícil tarea de juzgar se construye sobre hechos probados de los que se deducen consecuencias jurídicas. “Dadme los hechos que yo aplicaré el Derecho”, dice otro axioma para los jueces.
La batalla contra el ruidoso agresor
En mi experiencia profesional en defensa contra la contaminación acústica, son muchas las ocasiones en las que los clientes vienen sin esperanza porque no creen que puedan probar el ruido que les está machacando la vida. Al acabar la reunión, suelen suspirar: “Ay , ¡si yo me hubiera asesorado antes!, ahora creo que tiene solución mi problema”.
Es tarea del abogado hacer visible y audible el ruido, perceptible y sensible para el juez
Un rayo de esperanza empieza a vislumbrarse en su penumbra. Y es ahí donde empezamos juntos nuestra sin par batalla contra el ruidoso agresor, construyendo el arsenal probatorio con el que pretendemos ganar el juicio.
El ruido, en un juzgado, es invisible e inaudible pues no podemos reproducir en sala cómo afectan al perjudicado esos sonidos que se meten en su casa, alteran su vida y afectan a su cuerpo.
Sin embargo, es tarea ardua del abogado hacerlo visible y audible; esto es, perceptible y sensible para el juez, y que se produzca la tercera condición; que nos den la razón.
Arte de saber pedir y equipo multidisciplinar
Para hacer que el juez lo perciba, es imprescindible que el abogado cuente con un equipo multidisciplinar de peritos, que junto con otras pruebas como las declaraciones de los testigos, la intervención de la Policía y de funcionarios de Medio Ambiente, la existencia de documentos que acrediten las denuncias y los requerimientos de cese de la contaminación acústica, puedan evidenciar el daño que se padece.
Para hacer que el juez perciba el ruido, es imprescindible que el abogado cuente con un equipo multidisciplinar de peritos
En este equipo multidisciplinar de profesionales, es imprescindible el técnico de acústica, cualificado para medir objetivamente el ruido tal y como llega a nuestros oídos.
Puede ser ingeniero de telecomunicaciones, industrial, físico o arquitecto debidamente especializado y con las herramientas, sonómetros y programas de análisis homologados por la Administracion, para poder emitir un informe pericial sobre el que cimentar la demanda.
No olvidemos que este perito tendrá que explicar su informe en el pleito y defenderlo de las críticas y contrapericiales de los oponentes.
Por eso, es esencial que perito y abogado estén debidamente compenetrados desde el inicio del asunto para la preparación de la prueba, la relación con el cliente durante todo el caso y el desarrollo de la vista oral, de forma que la opacidad para el juez, por su dificultad técnica, se haga evidente: visible y audible a sus sentidos y a su conciencia.
El detective, ojos del juez sobre el ruido
Sin embargo, no menos importante en el equipo es la labor del investigador privado, pues no todos los ruidos pueden ser medidos por su naturaleza y circunstancias. Por ejemplo, cuando se producen aleatoriamente, no siguen pauta alguna, varían de intensidad o se realizan con nocturnidad y alevosía para causar más daño.
La labor del investigador privado es importante, pues no todos los ruidos pueden ser medidos por su naturaleza y circunstancias
E incluso cuando se puede medir con sonómetro, es también necesario acreditar su reiteración, su constancia en el tiempo para justificar la gravedad de la contaminación y su relación con la afección a nuestras vidas.
Por lo tanto, es clave que el abogado coordine y compenetre bien a ambos peritos para que entiendan la situación y puedan actuar conjuntamente en beneficio de la víctima del ruido.
El detective puede ser los ojos del juez. Con los medios audiovisuales de que dispone, puede legamente grabar sonidos e imágenes que prueben la producción del ruido y la merma en la calidad de vida del cliente, mostrarlos en la vista del juicio y explicarlos al juez y poner evidencia de la actuación dolosa o culposa del demandado.
Arquitectos, legalidad y solución técnica
Siendo estos peritos las mejores armas probatorias, no podemos dejar de contar con los arquitectos para los ruidos que se ocasionan en las viviendas por las deficiente calidad de la construcción y las instalaciones defectuosas (calderas, ascensores, puertas de garajes).
Los arquitectos no solo verifican la causa del problema, sino que aportan la solución para que el juez conozca que el ruido tiene solución técnica y que muchas veces no se arregla por falta de voluntad, de civismo, y de la falta de inversiones necesarias de las actividades comerciales. De esta forma, el juez puede obligar en su sentencia a ejecutar las obras de acondicionamiento para evitar el daño.
Sin olvidar, que el arquitecto es esencial para analizar la legalidad de las licencias y de la edificación para la jurisdicción contencioso administrativa, donde este perito puede ser determinante.
Médicos y los efectos nocivos del ruido
Y, cómo no contar con los médicos para demostrar los efectos nocivos del ruido en la salud.
Cierto es que, estamos hablando de ruidos que no nos dejan sordos, que son sutiles, sibilinos, noctámbulos, y tal vez imperceptibles para el que no los padece a diario en su intimidad. Por eso, hay que establecer las consecuencias del ruido en la salud psíquica del perjudicado o de la familia que suelen desarrollar estrés, angustia, irritabilidad, insomnio, depresión, ante el acoso que perciben y frente al que se sienten impotentes.
A efectos de reclamar el justo resarcimiento de los daños y perjuicios ocasionados a la víctima el informe y ratificación en el juicio del médico o psicólogo, son determinantes para objetivar el resultado del ruido y establecer la cuantificación de la indemnización.
Toda esta batería de armas periciales debidamente ‘tocadas’ por el abogado en el arte de saber pedir forense pueden componer el nexo entre las otras dos condiciones del éxito del pleito: el tener razón y el que te la den.