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Indefensos frente al ruido
El ser humano posee diferentes mecanismos de defensa y protección en casi todos los sentidos. El oído el único sentido que no cuenta con dichos recursos, con capacidad para bloquear los sonidos no deseados y perjudiciales. Cuando estamos en un entorno con un nivel de luz inadecuado o molesto, sólo tenemos que cerrar los ojos para protegerlos durante unos minutos, de igual manera que cuando nos resulta desagradable un sabor, podemos beber agua o incluso nuestro cuerpo, de forma natural genera una náusea para que lo expulsemos.
El ser humano posee diferentes mecanismos de defensa y protección en casi todos los sentidos. El oído el único sentido que no cuenta con dichos recursos, con capacidad para bloquear los sonidos no deseados y perjudiciales.
Cuando estamos en un entorno con un nivel de luz inadecuado o molesto, sólo tenemos que cerrar los ojos para protegerlos durante unos minutos, de igual manera que cuando nos resulta desagradable un sabor, podemos beber agua o incluso nuestro cuerpo, de forma natural genera una náusea para que lo expulsemos.
Es por ello, que no podemos escapar de la contaminación acústica que existe en nuestro trabajo, lugar de residencia o entorno ambiental y que son aquellos ruidos no deseados que aparecen con una intensidad muy alta y que tal y como citábamos en el post anterior, llegan a ser muy perjudiciales para la salud humana.
La exposición al ruido perturba el sueño, afecta al desarrollo cognitivo adulto e infantil, y puede provocar enfermedades psicosomáticas
Ruido y salud
Existen diversos estudios que se centran en los efectos adversos en la salud, atribuidos al ruido. Según la Comisión Europea, la exposición al ruido perturba el sueño, afecta al desarrollo cognitivo adulto e infantil, y puede provocar enfermedades psicosomáticas.
De forma más detallada, el manual de la OMS night noise guidelines recoge los efectos sobre la salud provocados por el ruido según el grado de evidencia disponible.
Existe evidencia suficiente cuando podemos establecer una relación causal entre la exposición nocturna al ruido y el efecto sobre la salud. Por el contrario, la evidencia es limitada cuando la relación entre el ruido y los efectos en la salud no se observa directamente. Pero existe evidencia disponible y de muy buena calidad, que apoya la asociación causal. La evidencia indirecta es a menudo abundante, vinculando la exposición al ruido con un efecto intermedio de los cambios fisiológicos que conducen a efectos adversos sobre la salud.
La evidencia suficiente, puede demostrarse en alteraciones en la calidad del sueño como, por ejemplo, despertares nocturnos o demasiado tempranos, dificultad para quedarse dormido, insomnio, incremento de la movilidad motora durante el sueño, uso de somníferos o sedantes, fragmentación del sueño etc. En efectos biológicos como, cambios en la actividad cardiovascular, movilidad, despertar electroencefalógrafo, etc.
Dentro de todos estos efectos perjudiciales, se han de incluir las enfermedades físicas desarrolladas a raíz de la exposición prolongada a un nivel de ruido alto.
Sordera, acúfenos, hipertensión…
En este apartado, haremos especial hincapié en algunas de éstas enfermedades físicas que pueden desarrollarse por estar expuestos a la contaminación acústica;
La sordera, es la dificultad o la imposibilidad de utilizar el sentido del oído, a raíz de que aparece una pérdida de la capacidad auditiva parcial, denominada hipoacusia o total llamada cofosis. Esta perdida, puede aparecer a causa de una exposición prolongada a un ruido demasiado alto, es decir, a la contaminación acústica.
Los tinnitus o acúfenos, entendidas como alteraciones de la percepción, son fenómenos por los que el paciente nota golpes o sonidos en el oído que no provienen del entorno ni del ambiente exterior. Cuando este diagnóstico es grave, puede llegar a incapacitar a la persona afectada para desarrollar actividades de su vida cotidiana, por ejemplo, no podrá mantener una conversación corriente.
Perturbaciones del sueño, el ruido incide en el sueño provocando situaciones de insomnio que en muchas ocasiones conlleva a un cansancio extremo en la persona y sus defensas disminuirán considerablemente dando lugar, por ejemplo, a enfermedades infecciosas.
Además de los problemas citados anteriormente, se ha constatado en gran número de estudios, que un ruido por encima de los 55 decibelios provoca alteraciones en el sistema inmunitario y hormonal, que a su vez provocan modificaciones vasculares y nerviosas como, por ejemplo, aumento del ritmo cardiaco, aumento de la glucosa, aumento del colesterol y los niveles de lípidos.
Un trabajador de la OMS alertó que el ruido puede causar 45.000 muertes al año por ataques cardiacos
El ruido y el entorno ambiental
La hipertensión y otras enfermedades cardiacas. Es un dato objetivo que, las personas que trabajan con ruido, presentan más problemas cardiacos que las personas que no trabajan en ese entorno; esto es debido a que un ruido fuerte siempre ha significado una alarma o amenaza que provoca en nuestro cuerpo la liberación de cortisol y el aumento de la presión arterial.
Por lo tanto, el ruido fuerte y constante, y los problemas cardiacos tienen una relación causal muy estrecha. Un trabajador de la OMS alertó que el ruido puede causar 45.000 muertes al año por ataques cardiacos.
No debemos olvidar, que más allá de las consecuencias a medio y largo plazo, existen reacciones inmediatas al ruido, entre las que destacamos, por ejemplo, la contracción de los músculos, debido al estado de tensión continua, que provoca dolor y contracturas musculares, generalmente en cuello y espalda. También aparecen cefaleas o fuertes dolores de cabeza por una exposición prolongada al ruido que da lugar a la constricción de los vasos sanguíneos.
Es importante, observar los ruidos presentes en nuestros entornos ambientales más frecuentados, como por ejemplo el entorno laboral e intentar protegernos de la mejor manera posible ante ellos, ya que nuestro sistema de defensa natural, no nos permite escapar de la contaminación acústica.