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¿Por qué es importante cuidar la audición a lo largo de la vida?

Importancia de intervenir en forma de prevención, detección,
tratamiento y rehabilitación

¿Por qué es importante cuidar la audición a lo largo de la vida? Encontramos la respuesta en el Informe mundial sobre la audición de la OMS y de la OPS.

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¿Por qué es importante cuidar la audición a lo largo de la vida?

Durante la vida, los seres humanos están expuestos a múltiples factores de riesgo y factores protectores que contribuyen a la suma de su capacidad auditiva.

El modelo de desarrollo de la salud a lo largo del curso de vida considera que la salud es una capacidad emergente que evoluciona de manera dinámica con el transcurso del tiempo.

Dicho modelo considera que la salud –incluida la audición– se ve afectada por múltiples factores, que van desde los genéticos y biológicos hasta los psicosociales y económicos.

Adoptar un enfoque del curso de vida permite concebir la preservación de la audición como un objetivo importante.

Y considerar la pérdida de la audición no como un evento o suceso único, sino como el resultado de factores desde el período prenatal, durante la infancia y la edad adulta y hasta la edad avanzada.

Esto ofrece oportunidades para intervenir, en forma de prevención, detección, tratamiento y rehabilitación, en diversos momentos de la vida.

La audición a lo largo de la vida de una persona puede visualizarse en forma de una trayectoria (la trayectoria auditiva), cuya evolución determina nuestra capacidad auditiva en cualquier momento dado.

La trayectoria auditiva de una persona depende de su capacidad auditiva al nacer y de los múltiples factores de riesgo o preventivos a lo largo del curso de su vida.

La audición a lo largo del curso de la vida – Informe mundial sobre la audición de la OMS y de la OPS.

Es evidente que varios factores determinantes de la capacidad auditiva en diferentes etapas de la vida ―genéticos, biológicos, psicosociales y ambientales― influyen en los oídos y pueden ocasionar pérdida de la audición o bien proteger de ella.

Muchas afecciones del oído, como la otitis media, son tratables. Y muchas causas de pérdida de la audición, como las que se relacionan con la nutrición, la higiene del oído y los ruidos fuertes, pueden evitarse si se adoptan medidas preventivas a nivel personal.

Tanto los factores causales como los preventivos interactúan para determinar la aparición, la naturaleza, la gravedad y la progresión de la pérdida auditiva. Por todo lo anterior, la capacidad auditiva de una persona está determinada por :

  • capacidad auditiva al nacer
  • presencia o la exposición a factores causales (genéticos, biológicos, comportamentaleso ambientales)
  • acciones protectoras que contrarrestan los factores de riesgo

Aunque estos factores pueden presentarse en distintas etapas a lo largo de la vida, las personas son más susceptibles durante ciertos períodos críticos, como antes de nacer o en los primeros años, un período de desarrollo y maduración fisiológica para el sistema auditivo y crucial para la adquisición del lenguaje.

Los factores de riesgo de pérdida de la audición también tienen un mayor efecto en los grupos de edad avanzada, cuando se producen cambios neurodegenerativos.

Sin embargo, el deterioro de la audición que se sufre a esa edad no es un proceso degenerativo simple e inevitable asociado al envejecimiento.

Es el resultado de influencias genéticas, trastornos de salud, modos de vida y experiencias ambientales que están integrados en el sistema fisiológico de la audición y que han influido en él durante toda la vida.

Es más probable tener algunas de estas afecciones o influencias ambientales en determinadas etapas de la vida, las cuales se detallan en el período para el cual se consideran más relevantes.

Los sonidos viajan por la parte externa del oído hasta que chocan con la membrana timpánica (tímpano) y la hacen vibrar. Estas vibraciones se transmiten a través de los tres huesecillos del oído medio a la cóclea en el oído interno. Los oídos interno y medio sirven para amplificar las vibraciones sonoras, que ponen en movimiento el líquido contenido en la cóclea. Las células ciliadas (sensoriales) de la cóclea transforman este movimiento en un impulso nervioso eléctrico que se transmite por el nervio auditivo al cerebro, donde se percibe como sonido.

Además, se destacan tres factores específicos que pueden ocasionar pérdida de la audición: la otitis media, la exposición a ruidos fuertes y la deficiencia auditiva relacionada con la edad.

Estos factores se consideran especialmente importantes desde el punto de vista de la salud pública, sobre todo por su alta prevalencia en la comunidad o por sus mecanismos preventivos y terapéuticos bien establecidos.

Factores causantes de pérdida de audición en el periodo prenatal

Comprenden once síndromes reconocidos que se asocian a la pérdida de la audición, como el síndrome de Usher, el síndrome de Alport y el síndrome de Pendred, entre muchos otros.

La pérdida de la audición genética es más frecuente en los niños nacidos de padres consanguíneos. Los matrimonios consanguíneos son una tradición frecuente en muchas comunidades de todo el mundo, donde estas uniones representan en conjunto entre el 20% y el 50% de los matrimonios.

La pérdida de la audición sindrómica se acompaña de otros signos clínicos en los sistemas visual, nervioso, endocrino y otros.

Los factores genéticos son causantes de más del 50% de las pérdidas auditivas presentes en los recién nacidos y representan casi el 40% de las pérdidas auditivas en la infancia.

Los factores sindrómicos representan el 15% de las pérdidas auditivas neonatales, mientras que las pérdidas auditivas no sindrómicas suponen el 35% restante.

Ciertas infecciones que contrae la madre durante el embarazo pueden provocar una pérdida de la audición en el feto. Entre ellas hay patógenos virales, bacterianos y parasitarios.

Las infecciones congénitas que se asocian con frecuencia a pérdida de la audición son: toxoplasmosis, rubéola, citomegalovirus (CMV), virus del herpes simple de tipo 1 y 2, virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), virus de la coriomeningitis linfocítica, virus del Zika, sífilis.

Lo más habitual es que ocasionen una pérdida auditiva neurosensorial congénita que varía de moderada a profunda y, en algunos casos, como la toxoplasmosis, causen trastornos del procesamiento auditivo (21–23). A veces, la pérdida de la audición puede manifestarse en los primeros meses o años de vida, como ocurre con la infección por citomegalovirus.

Las infecciones virales ocasionan hasta el 40% de todas las pérdidas auditivas congénitas no genéticas. La infección por citomegalovirus es una causa común, que da lugar a una pérdida auditiva en el 14% de los niños nacidos de madres afectadas. De ellos, entre el 3% y el 5% presentan pérdida auditiva bilateral de moderada a profunda (26).

En los neonatos con síndrome congénito por el virus del Zika, del 6% al 68% presentan pérdida de la audición.

La pérdida de la audición es la secuela más común de la rubéola congénita; se presenta en el 12% al 19% de los afectados.

En ocasiones, los bebés con un peso muy bajo al nacer pueden tener pérdida de la audición conductiva debido a una otitis media serosa transitoria.

Factores causantes de pérdida de audición en el periodo perinatal

Falta de oxigenación adecuada en el momento del nacimiento. Se manifiesta comúnmente como una puntuación baja en la escala de Apgar que se evalúa en los primeros minutos posteriores al nacimiento.

La hipoxia grave o la anoxia al momento de nacer provocan daños celulares irreversibles en la cóclea, con la consiguiente pérdida de la audición neurosensorial. El riesgo es mayor en los neonatos que requieren ventilación asistida por insuficiencia respiratoria neonatal.

Peso al nacer menor de 1.500 g, a consecuencia de un parto prematuro o de la desnutrición materna.

El peso bajo al nacer es un factor de riesgo conocido de pérdida de la audición. Si bien el peso bajo por sí mismo quizá no afecte la audición, suele asociarse a múltiples factores de riesgo, como el empleo de medicamentos ototóxicos, la hipoxia y la hiperbilirrubinemia, que actúan de forma sinérgica y ocasionan pérdida de la audición.

En ocasiones, los bebés con un peso muy bajo al nacer pueden tener pérdida de la audición conductiva debido a una otitis media serosa transitoria.

Aumento de los niveles de bilirrubina sérica, también conocido comúnmente como ictericia.

La ictericia neonatal es frecuente y en la mayoría de los casos es leve y transitoria, sin secuelas duraderas. Sin embargo, en algunos neonatos la bilirrubina puede producir daños neurológicos, y el sistema auditivo es sumamente sensible a ellos.

Estos daños suelen afectar el nervio auditivo o el tronco encefálico, y a menudo se manifiestan como un trastorno del espectro de la neuropatía auditiva.

El riesgo es mayor en los bebés con niveles de bilirrubina superiores a 20 mg/dl. El oído de los bebés prematuros es más susceptible a los efectos tóxicos de la bilirrubina.

Incluyen las infecciones perinatales y el empleo de medicamentos ototóxicos. Algunas infecciones del período neonatal pueden deberse a patógenos que ejercen un efecto directo sobre el sistema auditivo (por ejemplo, la infección por CMV y la meningitis).

La pérdida de la audición también puede ser el resultado de los medicamentos ototóxicos utilizados para tratar dichas infecciones.

Se ha observado que los neonatos tratados en las unidades de cuidados intensivos neonatales (UCIN) tienen una probabilidad significativamente mayor de sufrir pérdida de la audición, principalmente como resultado de los trastornos subyacentes (por ejemplo, prematurez o hiperbilirrubinemia), del uso de medicamentos ototóxicos y de la exposición a los altos niveles de ruido en la UCIN (donde los niveles pueden llegar a 120 decibelios [dB]). 

Factores causantes de pérdida de audición en infancia y adolescencia

Factores causantes de pérdida de audición en infancia y adolescencia

Incluye una serie de afecciones supuradas y no supuradas del oído, caracterizadas por inflamación del oído medio.

La otitis media crónica suele asociarse a una pérdida de la audición conductiva de leve a moderada, debido a que la transmisión de las vibraciones sonoras a través del oído medio se altera por la acumulación de líquido, la rotura del tímpano o la erosión de los huesecillos. En ocasiones, puede provocar una pérdida auditiva neurosensorial o profunda.

La otitis media es una de las principales causas de visitas a los establecimientos de salud y de morbilidad, especialmente en los niños. Se estima que 98,7 millones de personas o más tienen alguna pérdida de la audición (leve o de mayor magnitud) como consecuencia de la otitis media supurada aguda y crónica.

Infecciones comunes en la infancia, como el sarampión, la parotiditis y la meningitis.

Otros patógenos que pueden provocar pérdida auditiva permanente son: Borrelia burgdorferi, virus de Epstein–Barr, Haemophilus influenzae, Neisseria meningitidis, enterovirus (distintos a los poliovirus), Plasmodium falciparum, Streptococcus pneumoniae, virus de la varicela–zóster.

La meningitis puede ser la causa del 6% de las pérdidas auditivas neurosensoriales en los niños (18). En general, se estima que un 14% de las personas con infección por estos patógenos pueden sufrir pérdida de la audición, que en el 5% de los casos es profunda.

Factores causantes de pérdida de audición en edad adulta y edad avanzada

Afecciones comunes como la hipertensión, la diabetes y la adiposidad central.

Depósitos óseos anormales en el interior del oído de causa desconocida; quizá se deba a factores genéticos y ambientales.

Los depósitos óseos anormales suelen afectar al estribo (uno de los huesecillos del oído), pero en algunos casos también se extienden a la cóclea. Pueden provocar pérdida de la audición conductiva, neurosensorial o mixta.

Aunque no es una enfermedad común, la otoesclerosis puede tratarse eficazmente por medios quirúrgicos y no quirúrgicos, incluido el uso de audífonos.

El humo del tabaco, que se inhala por lo común al fumar cigarrillos. La pérdida de la audición podría deberse a los efectos oxidantes y vasculares del humo del cigarrillo o al efecto ototóxico directo, que puede afectar la neurotransmisión de los estímulos auditivos.

Incluye a los fumadores pasivos. Cabe destacar que el riesgo excesivo de pérdida de la audición desaparece en un período relativamente corto tras dejar de fumar.

Cambios degenerativos en las estructuras del oído, asociados al envejecimiento. Los cambios degenerativos afectan a la capacidad del oído interno y de los centros superiores para procesar y discriminar las señales acústicas, lo que se manifiesta como dificultad para oír algunos sonidos y entender el habla.

La pérdida de la audición relacionada con la edad es una afección multifactorial en la que influyen los factores genéticos que determinan la velocidad y el alcance de la degeneración neuronal, las afecciones auditivas preexistentes, las enfermedades crónicas, la exposición al ruido, el uso de medicamentos ototóxicos y los estilos de vida.

Incluyen:

  • síndromes asociados a la pérdida progresiva de la audición, como el síndrome de Usher y la neurofibromatosis; y trastornos neurodegenerativos, como la enfermedad de Hunter o la ataxia de Friedreich
  • mutaciones genéticas que se manifiestan comúnmente en etapas avanzadas de la vida (es decir, desde la infancia hasta la edad avanzada)
  • género
  • raza

Los hombres son más propensos a la pérdida de la audición, debido principalmente a su mayor participación en actividades asociadas a la pérdida auditiva causada por el ruido (64, 65), así como a la influencia positiva de los estrógenos en la función auditiva de las mujeres.

Dado que la sensibilidad auditiva se correlaciona con el nivel de estrógenos, las mujeres están más protegidas contra la pérdida auditiva hasta la menopausia.

En la bibliografía especializada se describen más de 100 genes y sus mutaciones conocidas que se asocian a la pérdida de la audición. Se sabe que muchos otros causan pérdida de la audición sindrómica.

Durante las pruebas de detección o tamizaje en la primera infancia suele pasar desapercibida la pérdida de la audición de aparición tardía, o progresiva, que acompaña algunas de estas afecciones.

Más que una causa de pérdida de la audición como tal, la hipoacusia neurosensorial súbita es un cuadro clínico de instalación en un episodio de la pérdida de audición.

Además de la pérdida de la audición, la exposición al ruido puede provocar otros problemas de salud, como insomnio o enfermedades cardiovasculares.

Factores causantes de pérdida de audición a lo largo de la vida

El cerumen o cera de los oídos es una secreción producida por las glándulas ceruminosas del oído externo. Es pegajoso, impermeable y de naturaleza protectora, con propiedades bactericidas y fungicidas.

El cerumen atrapa y elimina del oído externo las células cutáneas muertas, el polvo y otros materiales. A veces, el cerumen se acumula y se seca, lo que forma un tapón duro impactado en el oído externo.

El cerumen puede ocluir completamente el conducto auditivo, lo que provoca pérdida de la audición por obstrucción mecánica de las ondas sonoras. Esto ocasiona pequeños cambios (5–10 dB) en los umbrales de audición.

Uso de bastoncillos

El efecto auditivo del tapón de cerumen es más acusado en las personas que ya tienen una pérdida de la audición subyacente, dado que incluso una pequeña deficiencia adicional puede causar problemas importantes de funcionamiento (69).

Además, la pérdida de la audición debida al cerumen puede empeorar repentinamente si el tapón absorbe agua, por ejemplo, al nadar o al bañarse.

El uso de bastoncillos o hisopos con punta de algodón, que se utilizan habitualmente para “limpiar” el conducto auditivo, agrava la formación de tapones de cerumen. El empleo de los bastoncillos puede alterar el desplazamiento y la expulsión normales del cerumen, lo que provoca su acumulación.

Pérdida de la audición como consecuencia de un traumatismo en el oído y la cabeza. Dicho traumatismo puede ser accidental, intencional o iatrogénico (este último, por una intervención quirúrgica del oído o la cabeza).

  • El efecto sobre la audición puede deberse a: alteración del mecanismo conductor del oído: las lesiones en el oído (por ejemplo, bofetadas, caídas sobre la oreja o introducción de objetos en el conducto auditivo) pueden provocar perforación del tímpano o luxación de los huesecillos del oído. Esto puede dar lugar a una pérdida de la audición de tipo conductivo, que a menudo puede corregirse por medios quirúrgicos
  • Lesión coclear o nerviosa: las fracturas del hueso temporal y las lesiones cerebrales pueden ocasionar un traumatismo del nervio auditivo que derive en una pérdida auditiva de tipo neurosensorial.

Exposición al ruido o a los sonidos intensos, como: ruido ocupacional, sonidos recreativos y ruido ambiental.

La exposición prolongada o habitual a los sonidos intensos puede causar daño permanente en las células ciliadas y otras estructuras de la cóclea, lo que provoca una pérdida irreversible de la audición. La gama de frecuencias altas es la primera en verse afectada. La exposición persistente hace progresar la pérdida auditiva.

Además de la pérdida de la audición, la exposición al ruido puede provocar otros problemas de salud, como insomnio o enfermedades cardiovasculares.

Fármacos que pueden causar ototoxicidad (de los cuales hay más de 600 categorías). Los más utilizados en la práctica clínica son: antibióticos aminoglucósidos y macrólidos (por ejemplo, gentamicina y estreptomicina); antimaláricos derivados de la quinolina (quinina); antineoplásicos derivados del platino (por ejemplo, cisplatino); diuréticos del asa (por ejemplo, furosemida, ácido acetilsalicílico).

Productos químicos que se emplean en muchos trabajos, especialmente los relacionados con la impresión, la pintura, la construcción de barcos, la fabricación de pegamentos, los productos metálicos y químicos, el petróleo, los productos de cuero, la fabricación de muebles, la agricultura y la minería.

Entre los productos químicos más utilizados están: disolventes aromáticos (por ejemplo, tolueno); disolventes no aromáticos (por ejemplo, tricloroetileno, un producto usado para limpiar y desengrasar); nitrilos (por ejemplo, los utilizados para preparar resinas de melamina); asfixiantes (por ejemplo, monóxido de carbono y cianuro de hidrógeno, presentes en los gases de escape); metales y compuestos metálicos (por ejemplo, el plomo y el mercurio que se encuentran en la fabricación de baterías, plásticos, pinturas y gasolinas); hidrocarburos halogenados (por ejemplo, bifenilos policlorados presentes en los líquidos refrigerantes).



Desnutrición generalizada o carencia de ciertos macronutrientes o micronutrientes, en particular: vitamina A; zinc; y hierro.

La pérdida de la audición puede ser el resultado de: otitis media, como en el caso de las carencias de vitamina A y zinc; efectos en las vías auditivas centrales, como en la carencia de hierro.

Las carencias nutricionales representan un factor de riesgo modificable de pérdida de la audición, con serias implicaciones en los entornos de bajos recursos, donde se encuentra la mayor parte de la carga mundial de pérdida de la audición.

Infecciones por virus como el de la inmunodeficiencia humana (VIH), el herpes simple de tipo 1 y 2 y los virus de Ébola, de Lassa y del Nilo Occidental.

La pérdida de la audición es consecuencia la exposición en el útero o en una etapa posterior en la vida. El proceso patológico subyacente y la naturaleza de la pérdida de la audición son variables y puede deberse a: efectos en la vía auditiva; otitis media crónica asociada; o tratamiento con medicamentos ototóxicos.

Enfermedad de Ménière, schwannoma vestibular, enfermedades autoinmunitarias y otras que se atienden en la práctica clínica y que ocasionan pérdida de la audición.

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