Alta Fidelidad
Tatúatelo en la piel si es preciso: «mereces lo mejor»
Vivimos en una sociedad que parece premiar el sufrimiento. Así nos han educado, para creer que pasarlo mal acumula puntos para algo. No sé exactamente para qué, pero es como si se fueran apuntando en algún lugar y el hecho de arrastrarse y pasarlo mal fuera algo que te hace mejor persona, que casi te purifique.
Vivimos en una sociedad que parece premiar el sufrimiento. Así nos han educado, para creer que pasarlo mal acumula puntos para algo. No sé exactamente para qué, pero es como si se fueran apuntando en algún lugar y el hecho de arrastrarse y pasarlo mal fuera algo que te hace mejor persona, que casi te purifique.
Nos educan para sufrir
Durante siglos nos han metido en la conciencia que sufrir nos hace mejores, cuando en realidad, como seres humanos, lo que buscamos es ser felices. Nos lo han inculcado tanto, que a veces, cuando nos sentimos bien, casi nos asusta decirlo, como si al verbalizar que somos felices nos arriesgáramos a que nos cayera un castigo.
Por todo ello, demasiado a menudo, asumimos que hay situaciones que no podemos cambiar, aunque no sea cierto, porque tenemos asimilado que hemos venido a sufrir. Cuando en realidad, las cosas pueden cambiarse con sólo ser capaces de verlas desde otra perspectiva, cambiar el enfoque, cambiar nosotros y nuestra forma de pensar.
Las cosas pueden cambiarse con sólo ser capaces de verlas desde otra perspectiva, cambiar el enfoque, cambiar nosotros y nuestra forma de pensar
Nos pasamos gran parte de la vida poniéndonos a prueba pero no como retos sanos a superar para crecer sino como castigo. Como si vivir amargado te purificara por algo.
Nosotros decidimos aceptar situaciones que no merecemos y luego pretendemos que se nos reconozca ese dolor como un valor aportado. Decidimos preocuparnos por otras personas y luego pretendemos que nos den algo a cambio de nuestro sacrificio.
Nos chantajeamos a nosotros mismos y a los demás, cuando en realidad, lo hermoso es compartir felicidad, éxito, alegría.
La adversidad nos ayuda a crecer
Es cierto, nada crece sin conflicto. No he conocido a nadie que sea lo que yo considero una persona sabia que lo haya tenido fácil. La adversidad nos hace evolucionar. Aunque para crecer ante esas situaciones, lo básico es tener una actitud positiva, no entregarse a sufrir ni convertirse en una víctima voluntaria de las circunstancias…
Conozco personas que han pasado por situaciones límite y llevan en la cara dibujada una hermosa sonrisa que se contagia. Personas que han visto como su mundo se desmorona y han sido capaces de seguir y perdonar. Ninguna de ellas revive su experiencia como algo terrible, la ven como un reto superado que les ha ayudado a avanzar mucho en su autoconocimiento y su autoestima. Aunque lo vivido sea muy duro.
Aceptar no es rendirse, es aprender una forma inteligente de cambiar la situación y crecer como ser humano
Trabajar mil horas sin entusiasmo ni ilusión no nos hace más dignos. No dormir por estar angustiados no soluciona el motivo de nuestra angustia. Aguantar humillaciones no nos hace mejores personas, nos acaba haciendo creer que merecemos ese trato y nada más lejos de la realidad. Soportar una relación que no nos hace felices no nos convierte en personas más dignas de amor, ya lo somos. A veces, parece que nos hayamos convertido en adictos al sufrimiento y no podemos salir de él. Tal vez, porque hemos llegado a creernos que si no sufrimos, no tenemos nada que ofrecer, porque ese dolor elegido, ese sacrificio, nos parece un mérito ante los demás.
Aceptar lo que no mereces, asumir que tu vida nunca será mejor, es una callejón sin salida
Ya sé que es muy complicado a veces. Aunque en ocasiones, basta con hacer lo mismo pero pensando que eso a lo que nos sentimos obligados no somos nosotros sino una circunstancia que va a cambiar. Sentirnos realmente serenos, personas enteras que pueden aspirar más, que tal vez no hoy pero sí mañana encontrarán la salida, construirán nuevas oportunidades- Agarrarse a la esperanza… Una esperanza que no llegará de nadie sino de ti.
Creer en ti cuando nadie crea. Remendarse las heridas y levantar la cabeza para decir mil veces que no, cuando notes esa fuerza interior que te hace imparable.
Dice Sergio Fernández en su libro “Vivir con Abundancia” que “si algo no te hace feliz hoy, no te engañes, tampoco te hará feliz dentro de quince años”. Sin embargo, sufrimos por adelantado, lloramos por adelantado, esperamos lo peor.
Dejemos de sufrir para expiar culpas imaginarias. Dejemos de sentirnos indignos de lo bueno y de pensar que tenemos nada vetado o prohibido. Dejemos de sentirnos víctimas del mundo y empecemos a transformarlo en un lugar más amable para poder habitarlo.
Dice Sergio Fernández en su libro “Vivir con Abundancia” que “si algo no te hace feliz hoy, no te engañes, tampoco te hará feliz dentro de quince años”. Sin embargo, sufrimos por adelantado, lloramos por adelantado, esperamos lo peor
No lo dejes para mañana porque nunca llega ese mañana. Porque cuando llegue estarás tan cansado y arrastrado, tan dolido y amargado, que no te quedarán fuerzas para reclamar lo que ya debería ser tuyo.
Porque todo el tiempo que pasas siendo alguien que no eres te transforma en alguien que no eres. Porque acabarás creyendo que lo normal es estar siempre asustado, sentirse triste y desgraciado y recibir un trato indigno.
Siempre he pensado que si aceptas lo que no mereces, acabas convencido de que no mereces más. Te conviertes en alguien que ante tus ojos está vencido y derrotado.
Es duro, pero puedes empezar con un primer paso, un detalle pequeño… Una sensación íntima de saber que todo va a cambiar, que sabrás cómo, que encontrarás la forma, que podrás salir del laberinto y encontrar tu camino.
Mereces lo mejor. No lo olvides
Escríbelo cien veces si hace falta, como una lección a aprender. Tararéalo con la melodía que quieras, tatúatelo en la piel y en los pensamientos para que la próxima vez que alguien te quiera hacer creer que no, te salga decirlo de carrerilla.
Mereces lo mejor. No por lo mucho que seguro haces cada día para mejorar tu vida y la de los demás. No por la ilusión que tienes por conseguir lo que sueñas. Ni siquiera por el empeño que pones en aprender cosas buenas. Todo eso es genial, pero mereces lo mejor porque eres un ser humano. El respeto debería venir de serie y llevarlo impregnado en nosotros, no perderlo nunca, para que a nadie se le ocurra pensar que hay personas de primera o de segunda.
Seguramente en tu día a día te encuentras en situaciones difíciles. Esas situaciones no forman parte de ti, no son tu esencia- Tú eres más que lo que te pasa, eres lo que llevas dentro y está deseando salir.
Cuánto más complicado sea, cuánto más duro sea… Insiste más. No hace falta que lo grites, sólo que lo sientas, que lo vivas. Mereces lo mejor. Asume lo que te pasa con toda la calma que puedas, entiende por qué, pero no te conformes, no te resignes, no pares hasta sentirte bien.
Aceptar no es rendirse, es aprender una forma inteligente de cambiar la situación y crecer como ser humano.