Alta Fidelidad
Empieza tu viaje, suelta tu carga
No eres culpable de nada. Suelta tu necesidad de ser lo que otros quieren. Lo que otros buscan en ti. Lo que alguien te dijo que deberías haber hecho, decidido o pensado… Suelta tu necesidad de llegar a cualquier meta que te suponga arrastrar un peso o sentirte pequeño… Tu necesidad de esperar algo que los demás no van a darte y que sólo está en ti…
No eres culpable
Suelta ya esa carga imaginaria y vive.
No tienes que ser de ningún modo concreto ni cumplir ningún objetivo. Basta de ponerte nota, calificar cada momento de tu vida y exigirte cómo debes ser. Basta de pensar sin parar en lo que deberías y no deberías hacer.
No pasa nada, no encajes, no llegues, piérdete por el camino y disfruta.
Si el precio por alcanzar lo que quieres es angustia y sufrimiento, revisa tu sueño o revísate tú
Que se te haga tarde. Que se pase el plazo. Que se te escape el tren y todas las oportunidades perfectas…
Si el precio por alcanzar lo que quieres es angustia y sufrimiento, revisa tu sueño o revísate tú.
Si por no llegar, vas a castigarte, mejor que no llegues y descubras que no pasa nada y que es mejor amarse y no tocar la meta que tocarla y seguir exigiéndose hasta morir. Lo que cuenta es estar en paz no estar por estar.
Nos sentimos culpables y no somos culpables
Nos sentimos culpables por todo y en realidad no somos culpables por nada. A veces, la realidad es irónica y viene a reforzarnos esa idea y quiere que entendamos que no importa el final sino el camino…
Y la vida nos aleja de la meta para que podamos comprender que ya hemos llegado, que ya somos, que lo maravilloso es disfrutar del proceso y no hace falta nada más.
Y la vida nos aleja de la meta para que podamos comprender que ya hemos llegado, que ya somos, que lo maravilloso es disfrutar del proceso
Aunque para disfrutar hay que soltar la carga pesada que llevamos encima.
Y no la notamos, porque están tan incrustada en nuestro cuerpo que es un apéndice, es una cola, es un traje de escamas que hemos confundido con nuestra piel…
Porque el que se siente culpable, aunque su «pecado» (horrible palabra que vamos a dejar de usar desde ya) sea imaginario, busca castigo… Y se castiga. Se aparta de lo bueno, lo dulce, lo divertido…
Se niega el placer, el amor, el gozo… No se cree merecedor de la vida en su plenitud ni de todo lo hermoso que hay en ella, que es mucho.
Expiar la culpa y limpiar la falta imaginaria
El que se cree culpable carga y busca dolor y sufrimiento para expiar su culpa y limpiar su falta imaginaria.
Y para ello, encuentra personas dispuestas a colaborar con él en la dura tarea de humillarse y desmerecerse… Y las hay. Sobre todo porque muchas andan en un proceso similar o buscando a quién pisar y humillar para tapar el vacío de su autoestima inexistente…
Un juego de egos voraces que se comen unos a otros en un intento por calmar el dolor y encontrar un amor donde no está, porque pescan en un mar que nunca les traerá lo que buscan… Porque buscan algo que ya tienen y no ven…
El culpable encuentra a un exigente para que le hostigue, para que le grite, para que le recuerde que no merece, para que le humille…
El culpable encuentra a un exigente para que le hostigue, para que le grite, para que le recuerde que no merece, para que le humille…
No lo sabe, lo hace de forma inconsciente porque atrae a personas que le tratan como él mismo se trata, con la rigidez propia de una castigador que no soporta ni acepta como es…
El que se siente culpable nunca paga su deuda, porque la culpa es algo que multiplica, que se pega y no se arranca hasta que decides soltarla y dejar de sentirla, hasta que te das cuenta de que nunca ha sido tuya…
No eres culpable de nada
Tampoco eres culpable de sentirte culpable. Te fabricaron así. Te educaron para creerte insignificante y buscar culpas y redenciones… Ves el mundo con los parámetros que te enseñaron y ahora tienes la maravillosa oportunidad de abrir la mente y decidir que tu mundo es cómo tú escoges y que puedes transformar tu vida…
Los culpables viven encogidos y todo les duele. Les duele por dentro, les comprime, les pesa…
El que se siente culpable se dice a sí mismo palabras culpables, se cuenta cuentos tristes y terribles, se explica historias con final trágico y tiene pensamientos tétricos… Imagina lo peor y sabe que pasará porque, al fin y al cabo, cree que se lo merece… Porque no se siente digno de ninguna clase de amor y menos del suyo propio…
Los culpables viven encogidos y todo les duele. Les duele por dentro, les comprime, les pesa… Les duele el alma y les duele el cuerpo pero lo llevan con resignación y creen que es necesario para limpiar su deuda…
Las personas que se sienten culpables se arrastran. Se niegan placer, se niegan regalos, se niegan el éxito, el dinero, se niegan el brillo y se lo ponen todo difícil y complicado, todo les parece lejano y oculto.
No eres culpable de nada. Suelta tu necesidad de ser lo que otros quieren. Lo que otros buscan en ti. Lo que alguien te dijo que deberías haber hecho, decidido o pensado… Suelta tu necesidad de llegar a cualquier meta que te suponga arrastrar un peso o sentirte pequeño… Tu necesidad de esperar algo que los demás no van a darte y que sólo está en ti…
Suelta tu el peso que cargas, el fardo inútil lleno de historias pasadas, caras tristes y reproches y respira…
Suelta tu necesidad de controlar si quedas bien, de demostrar que mereces, que vales la pena, de excusarte por todo y por no molestar al mundo con tu presencia.
Suelta tu pena y todas tus futuras derrotas… Suelta tu miedo a no encajar y encaja en ti. Suelta tu angustia por si critican, si piensan, si hablan, si especulan, si te miran…
Suelta tu el peso que cargas, el fardo inútil lleno de historias pasadas, caras tristes y reproches y respira…
Descubre quién eres ahora, que ya no llevas las opiniones ni las obligaciones de otros en la espalda y encuentra tu lugar… No como una carrera por llegar ni una competición por conseguir, como algo que te llegará seguro porque mereces lo mejor.
No necesitas equipaje, no necesitas nada. Empieza tu viaje…