Más allá del ruido, las emociones – Por Laura Quiun – conRderuido.com
Uno de los muchos beneficios que tiene el periodo estival es la posibilidad de derecho al descanso vacacional. Gracias a las vacaciones las calles se vacían de gente y un nuevo panorama se configura.
El espacio de distensión posibilita, en cierta medida, el diálogo
Si formamos parte de un entorno visitado por turistas, interactuamos con el espacio de ocio y así con otro tipo de sensaciones distintas a las propias de las estaciones en las que la actividad laboral está en plena ebullición.
El espacio de distensión posibilita, en cierta medida, el diálogo. Esta reflexión es producto de este diálogo y de la observación.
Entiendo que, últimamente, el contacto con extraños que vienen de visita a la urbe, no es algo del agrado de todos. Pero lo cierto es que, como de todo intercambio, cada una de esas personas, nos guste más o menos, son un punto de conexión a otras realidades.
El análisis de las interacciones
Hacia el final de mi carrera universitaria, el análisis de las interacciones era algo que capturaba mi atención de manera profunda.
Erving Goffman y su estudio de la vida cotidiana fue un libro de continuo retorno. A pesar de ello, fue un tema que dejé atrás quizá por pensar entonces que carecía de aplicabilidad. La búsqueda de sentido y que aquello que hiciera tuviera una repercusión más social fue quizá la principal motivación.
He decir, no obstante, que gracias al trabajo de Goffman pude desarrollar una mayor conciencia de aquello que sucedía cuando las personas entraban en contacto, entendiendo como algo más la interacción en sí. Lejos de ver personas, era capaz de comprender el diálogo de su movimiento.
Una lectura inicial del trabajo de Flora Davis, la que me permitió entender que detrás de cada gesto había una palabra
Quizá fue una lectura inicial del trabajo de Flora Davis, la que me permitió entender que detrás de cada gesto había una palabra.
Más allá de este contacto analítico, adquirí la posibilidad de escuchar al otro de una manera distinta.
Entendí que detrás de cada gesto, el movimiento y la forma cómo podemos vestirnos, expresamos más que aquello que hacemos con las palabras. La pregunta colgando en mi mente, ¿y para qué?
Quizá hasta este verano no he podido entender la importancia de esta escucha visual. Ha sido en este periodo, en el que he podido tener la ocasión de estar en contacto con personas que hablaban un idioma distinto e incluso escribían de forma distinta.
Para mi sorpresa, y aduzco a la calma que trae consigo el periodo de descanso, fui capaz de entender aquello que querían decirme. Es este hecho, el que me motiva a escribir estas líneas.
Más allá del ruido, de nuestras particularidades, existe una universalidad, un sentido común detrás del cual se halla algo tan humano como las emociones
Más allá del ruido, las emociones
Más allá del ruido, más allá de nuestras particularidades, existe una universalidad, algo que ya han identificado investigadores como Paul Eckman o Philippe Turchet, un sentido común, detrás del cual se halla algo tan humano como las emociones y desde allí, dónde conectamos y nos comunicamos.
Si bien, como bien señalaba Flora Davis, citando a Birdwistall, al interactuar construimos juntos el lenguaje.
Esto ocurre en grupos pequeños, desde la pareja, la familia y es extrapolable a la sociedad entera, lo cual hace que sobre esa universalidad cada grupo haya desarrollado sus pequeños gestos que se han ido integrando en esta universalidad gestual, generando a su vez un lenguaje lleno de matices distintos.
Como apunta Philippe Turchet en su tesis doctoral, es un reto adicional para quien llega de nuevas a una sociedad en la cual para integrarse a de adquirir su idioma como una segunda lengua. A pesar de ello, es importante saber que en el fondo de todo, subyace una universalidad, la cual refleja las emociones más básicas.
Hace falta una escucha silente para entender al otro en estas circunstancias, como bien apunta Turchet en las conclusiones de su tesis. El entendimiento es posible por esa universalidad que nos une. Si a esa escucha, le eliminamos el juicio y unas ganas por querer entender aquello que el otro quiere decir estaremos más cerca de comprendernos mutuamente.
El gesto, las palabras y las emociones
El gesto habla tanto como la intensidad, la frecuencia, la energía y el timbre permiten escuchar la voz más allá de las palabras, entender la emoción que hay detrás.
El gesto habla tanto como la intensidad, la frecuencia, la energía y el timbre permiten escuchar la voz más allá de las palabras, entender las emociones
Desvelar estos ruidos sirve para entendernos mejor. Una comprensión de la cual seremos más capaces sólo si estamos realmente conectados con nuestras necesidades, las cuales nos permitirán estar más centrado en aquello que el otro quiere decirnos.
Algo que nos permitirá mantener calma ante la agitación, comprensión de la forma cómo el otro hace frente al estrés. Buscando encontrar sentido en frases cortas, palabras sueltas… un sentido que con pequeñas preguntas nos permitirá saber que lo que entedimos fue realmente se nos quiso decir.
Es indudable, tal como apuntaba Flora Davis, que todo esto genera una sensación de exposición en algunas personas. Es importante recordar que el sentido final de la escucha implica a su vez un respeto al otro y la capacidad de entender, incluso detrás de cada gesto que la niega, la verdad que hay detrás.