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¿Qué debo hacer si soy maestro/a para cuidar mi voz?

Elisabet Canals Fortuny, logopeda, Servicio de Otorrinolaringología,
Hospital Universitari General de Catalunya – Quirónsalud:
«La disfonía es la segunda causa de baja laboral en el colectivo docente».

¿Qué debo hacer si soy maestro/a para cuidar mi voz? La voz es una de las herramientas de trabajo más importantes de los profesores.

Elisabet Canals Fortuny, logopeda del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Universitari General de Catalunya, Grupo Quirónsalud, nos da las claves de la educación de la voz del docente.

Te lo contamos en conRderuido.com, el portal profesional exclusivo de IPDGrupo.com que te ofrece información para decidir sobre ruido, salud y convivencia.



¿Qué debo hacer si soy maestro/a para cuidar mi voz?

La voz humana es un fenómeno acústico resultado de varias acciones musculares del aparato fonador.

Los diferentes equilibrios musculares que lo conforman configuran las características de la voz:

  • Tono
  • Intensidad
  • Timbre

Estas características hacen que una voz se distinga de otra y que no haya dos iguales. Cuando hay una alteración o desequilibrio en una o más de estas características hablamos de disfonía.

La voz, herramienta de trabajo

La voz es para los maestros su herramienta de trabajo. Todos los docentes son profesionales de la voz, con unas necesidades vocales muy exigentes y a la vez ellos mismos son modelo vocal para todos sus alumnos.

El 70% de los pacientes con disfonía que llegan al servicio de Otorrinolaringología del Hospital Universitari General de Catalunya para realizar tratamiento logopédico son maestros.

La manera de utilizar la voz para llevar a cabo su trabajo no es fácil. La disfonía es la segunda causa de baja laboral en el colectivo docente.

Por más que dominemos la voz proyectada son muchas horas las que el docente pasa usando la voz a alta intensidad; por lo tanto, siempre habrá que tener recursos para economizarla.

¿Qué es la voz proyectada?

Para llegar a hacerse sentir y transmitir los conocimientos a todo el grupo de alumnos en espacios grandes se utiliza la voz proyectada.

Este tipo de emisión conlleva un mayor flujo de aire y una gran presión subglótica (presión de aire que generan nuestros pulmones para hacer vibrar las cuerdas vocales) que si no se gestionan bien puede llevar a disfonías funcionales y lesiones adquiridas.

Para una correcta voz proyectada hay primero una buena base corporal con buen equilibrio y arraigo en el suelo. Un buen apoyo diafragmático a partir de una correcta respiración costo-diafragmática, huyendo de respiraciones altas e insuficientes.

El cuerpo será la máquina que producirá la voz y por tanto hay que adoptar una buena verticalidad no tensa, con alineación de pies, rodillas, pelvis, hombros y cabeza y controlar la direccionalidad del sonido para evitar la constricción laríngea.

Uso correcto de las cajas de resonancia

Pero es el uso adecuado de las cajas de resonancia lo que nos proporcionará una voz proyectada que llegue a todos sin necesidad de hacer sobreesfuerzo.

Las cavidades de resonancia, como pueden ser el pecho, la cabeza, la boca y ciertas partes de la cara son las encargadas de amplificar el sonido que se produce en laringe por acción del aire en contacto con las cuerdas vocales. Este sonido primario por sí mismo es muy flojo.

Por más que dominemos la voz proyectada son muchas horas las que el docente pasa usando la voz a alta intensidad; por lo tanto, siempre habrá que tener recursos para economizarla.

Una buena manera es hacer uso de todo tipo de comunicación no verbal y llamar la atención del alumnado con estrategias alternativas al grito: picar en la tabla, silbido, palmas, la mirada, rótulos, poner música, contraseñas, más gesto corporal, etc.



Otros consejos que debes tener en cuenta

  • Apuntar las órdenes en la pizarra.
  • Hablar flojo, aprender a escuchar el silencio y callar ante el ruido ambiental.
  • Tener una actitud positiva.
  • Organizar el día de clases alternando las horas de explicación y tener preparado un material (TIC, fichas, películas, partidos…) para cuando no podamos hablar.
  • Delegar tareas vocales a los alumnos: pasar lista, leer, etc.
  • Escucharse a uno mismo, y si se habla demasiado fuerte, rectificar. Parar de hablar si los alumnos hablan.
  • Motivar, captar la atención del alumnado con actividades más prácticas, con breves explicaciones, donde se requiere más participación por parte de ellos.

Todos estos recursos son buenos cuando notamos que nuestra voz llega al límite y aún tenemos horas de clase por delante.

Si lo ponemos en práctica evitaremos lesionarnos y disfrutaremos mucho más del trabajo de cada día. Siempre es mucho mejor educar una voz que tenerla que reeducar.

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