Dedico el presente artículo a un asunto preocupante, la contaminación por ruido en la ciudad de México. Notas periodísticas y estudios diversos muestran que la ciudad de México esta a la cabeza de las listas de la más ruidosas.
Los datos hablan de vías urbanas con ruido medible entre 75 y 80 decibelios, por encima de los recomendado por la OMS. Pero hay datos aún más preocupantes, en el subsuelo los decibelios aumentan hasta 100 por el ruido que genera la red de transporte colectivo, principalmente el metro.
En la experiencia de este que escribe, puedo decir en seguida se percibe un gran ruido en los barrios más populares, donde la música se libera a todo volumen. Sumemos ahora el ruido de los motores de los vehículos. Sé que me creen que esto no puede ser sano.
Según los datos que he recopilado, entre los puntos más ruidosos de la ciudad de México están:
- La Plaza de la Constitución, donde se registran entre 72 y 83 dB
- El corredor de Madero, con 71,3 dB
- El eje central, con 73,9 dB
- Avenida Juárez, con 76 dB
He visto plazas en la zona centro de México en los que los bazares callejeros son sinónimo de ruido a todas horas, algo nocivo para la salud, y no sólo por ser fuente de contaminación acústica, sino por su constancia.
El ruido es un grave problema en México
En México, la contaminación acústica está catalogada como un problema de importancia. Destaco la existencia de la llamada Ley General de Equilibrio y Protección Ambiental. Esta Ley establece todas y cada una de las formas de contaminación. Sin embargo, le hace falta fuerza como elemento sancionador. Claramente y sin pelos en la lengua, necesitamos una Ley que sirva para sancionar en la práctica la contaminación por ruido.
Hay que aunar esfuerzos para combatir el grave problema de la contaminación acústica en México
Además, la labor de concienciación es fundamental. Necesitamos campañas que hagan frente a la contaminación por ruido. Hay que aunar esfuerzos para combatir el grave problema de la contaminación acústica en México.
A mi juicio, es imprescindible que que se castigue con multas significativas a los infractores del ruido, para que no sean reincidentes. También habría que pensar en la puesta en marcha de estacionamientos disuasorios para automóviles.
Es imprescindible que se ‘castigue’ a aquellos que superen los límites con emisiones musicales a todo volumen, estén en su comercio o en su vivienda, o estén en la calle. Para esto, es necesario que las Leyes no haya diferencia de leyes de segundo o de primer orden jurídico. Debemos apostar por un orden jurídico igualitario y lógico en cuanto a su aplicación. Como decía, en este punto, hace falta una gran labor de concienciación y campañas formativas e informativas a la población.
El lenguaje para llegar a la gente y que tomen conciencia del problema del ruido debe evitar los tecnicismos, y difundir mensajes claros y concisos para los ciudadanos. No es cuestión de considerar al receptor del mensaje como un tonto por que no conoce la ley, sino de utilizar un lenguaje comprensible y manejable por todos. Los profesionales del Derecho también tienen que hacer un esfuerzo en este sentido para poder llegar a la población.
Debemos trabajar todos juntos, desde los diversos estamentos sociales, para conseguir una convivencia armónica, en una ciudad más libre de ruido.