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Distorsión de la realidad, ruidos y aprendizaje

El otro día me encontraba paseando cuando fui testigo de una situación que llamó mi atención. A lo lejos vi a un grupo de amigos haciendo picnic en un parque. Verlos resultaba agradable, se apreciaba que disfrutaban de la cena al aire libre en una distendida charla. De pronto, la escena se vio interrumpida por la presencia de un perro. El horario del día invita a pasear a los animales y si bien no está permitido llevarlos sueltos, era entendible que en un espacio tan amplio se les dejase libres para que disfrutasen a sus anchas.

Cómo se trasmite el ruido – Ruido y aprendizaje – Por Laura Quiun – Doctora en Psicología


El otro día me encontraba paseando cuando fui testigo de una situación que llamó mi atención. A lo lejos vi a un grupo de amigos haciendo picnic en un parque. Verlos resultaba agradable, se apreciaba que disfrutaban de la cena al aire libre en una distendida charla.

Los encontré juntos con los brazos arriba sosteniendo la comida y apartando como podían a  cinco perros que les rodeaban

De pronto, la escena se vio interrumpida por la presencia de un perro.

El horario del día invita a pasear a los animales y si bien no está permitido llevarlos sueltos, era entendible que en un espacio tan amplio se les dejase libres para que disfrutasen a sus anchas.

Con gestos, echaron al animal que con cierta resistencia desapareció. Para sorpresa de ellos, regresó junto con otro perro. Vi que nuevamente con gestos alejaban a los animales.

Cuando miré de nuevo donde estaban, los encontré todos juntos con los brazos arriba sosteniendo la comida y apartando como buenamente podían a los cinco perros que les rodeaban.



Mi sorpresa fue mayor cuando escuché que lejos de llamar a sus mascotas, increpaban a los chicos del picnic

A lo lejos vi a los propietarios, una madre y sus hijos, que se acercaban. Pensé, llamaran a los perros y dejaran a estos chicos tranquilos.

Mi sorpresa fue mayor cuando escuché que lejos de llamar hacia ellos a sus mascotas, increpaban a los chicos del picnic diciéndoles que dejaran en paz a sus animales.

La escena me resultaba extraña, ya que cuando suelo pasear son los/as dueños/as los que llaman a sus mascotas para que dejen tranquilas a las personas, incluso apartándoles del camino para ceder el paso.

Me resultó sorprendente su actitud, porque lejos de apreciar que sus mascotas podían estar incomodando, gritaban e incluso agredían físicamente al grupo del picnic, los cuales no habían hecho nada más que salir a cenar al aire libre del parque en un caluroso mes de agosto.

Fotos: DPNB

Percepción distorsionada

La escena llegó a su clímax cuando una las chicas jóvenes comenzó a dar empellones a una de las personas del picnic. La persona agredida sacó el teléfono y escuché que decía que llamaría a la policía. Aprecié como la madre lejos de detener a su hija y pedir disculpas por su actitud, aquello que hacía era tirar el móvil tratando de impedir que esta persona llamase.

Pude apreciar como los viandantes eran llevados al límite, vi como lejos de responder en los mismos términos de agresividad buscaban un diálogo que no iba a llegar. Porque ante un mismo hecho, la percepción de quien era el verdadero agredido estaba distorsionada.

… ante un mismo hecho, la percepción de quien era el verdadero agredido estaba distorsionada

Con buen tino, la policía municipal acudió a la llamada de socorro de las personas del picnic.

Escuché al fondo como los agentes indicaban que tenían derecho de poder hacer el picnic que quisieran y que las mascotas tienen que ir con cadena en los parques. No libres como indicaban los dueños de los perros quienes tal como escuché aludían que era su derecho.

Mi sorpresa fue más que la situación en sí. Me resultó sorprendente ver, como un mismo hecho era percibido de forma distinta por los dos grupos. Como una acción era percibida como un derecho cuando no era así en realidad.

Me imagino como se habrán sentido esos chicos al verse de pronto rodeados de cinco perros que querían su comida, los cuales lejos de ser apartados por sus dueños, fueron agredidos por ellos tanto verbal como físicamente.

Me quedé atónita con esa mujer que lejos de llamar al orden a su hija, buscaba impedir la llamada. Del mismo modo que los chicos del picnic eran increpados por agredir, cuando en realidad ellos eran los perjudicados. Fui testigo como ante un mismo hecho, las personas reaccionan de forma distinta, que en ocasiones lejos de atajar el verdadero problema, lo tratan de evadir e incluso encubrir.

Fotos: DBNP

Cómo se transmite el ruido

¿Acaso las hijas no tenían una actitud con sus diferencias parecida a la de madre? Buscaban proteger, sin ser conscientes que no lo hacían.

Querer a un/a hijo/a o a una mascota incluye también decir que las cosas no se hacen bien, no decir que otro es el culpable de algo que en realidad no lo es. Más allá de plantear esto en términos de culpables e inocentes, todo esto me llevó reflexionar sobre cómo se trasmite el ruido.

Querer a un/a hijo/a o a una mascota incluye también decir que las cosas no se hacen bien

Bandura hablaba del aprendizaje social, aquella escena hablaba de más cosas. Cuántas veces otros teléfonos habrían sido retirados de las manos, cuantos empujones se habrán dado en nombre de la autodefensa por hechos inexistentes.

Cuántas veces de manera natural en la cotidianeidad trasmitimos estas enseñanzas. Si esas chicas eran capaces de culpabilizar al otro de hacer daño a sus mascotas, lejos de llamarlas al orden, es algo que resulta preocupante. ¿Bajo qué prisma estaban viendo la realidad estas personas? ¿Cómo se ha generado la composición de estos prismas?


Ruido en el barrio, más que una molestia – Artículo recomendado por conRderuido.com


En esta escena pequeña pude ver como un padre/una madre son maestros/as segundo a segundo en la vida de sus hijos

Quisiera poder entender qué ideas, qué pensamientos pasaban por la cabeza de esa mujer cuando tiraba del móvil. Era consciente de las consecuencias que tenía el encubrir a sus hijas.

El sentirse agredidas siendo ellas las agresoras es aquel aprendizaje que surge cuando las personas son testigos en su día a día de este tipo de situaciones. ¿El comportamiento de los perros acaso era producto también del mismo aprendizaje?

Fui testigo que de ese primer contacto con esa figura de cuidado se trasmiten un número inmenso de aprendizajes. Estos aprendizajes son asimilados y hacen que ante un mismo estímulo, las personas actúen de forma distinta.

En esta escena pequeña pude ver como un padre/una madre son maestros/as segundo a segundo en la vida de sus hijos. Y como contribuye, en ocasiones, al desarrollo de un ruido que lo único que hace es que sus hijos e hijas aprecien de forma distorsionada una realidad. Que cuando encubren, lejos de alejar a sus hijos/as del mal, lo único que consiguen es que en ellos/as aflore un mal mayor.


Comunicadora Social, Doctora en Psicología por la Universidad Autónoma de Madrid, Coach Ejecutiva y Associate Member del International Society for Coaching Psychology. Mi trabajo a nivel de investigación aborda un análisis de las estrategias de afrontamiento de las personas afectadas por acoso y la forma como estas influyen en los efectos derivados de la agresión. Hace énfasis en aquellos aspectos que contribuyeron en la conformación de este estilo de respuesta.

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