El ruido es uno más de los elementos que nos rodean. En realidad, a lo largo de la historia, el ruido siempre ha ido ligado a la actividad humana. Especialmente a partir de la industrialización en el siglo XIX, y con la generalización de los transportes a motor a lo largo del siglo XX, el ruido se instaló en la sociedad y en las diferentes facetas de nuestra vida, hasta tal punto que, hoy en día, pasa desapercibido para una amplia mayoría, en la mayor parte de las ocasiones.
En su faceta de agresor, y de forma esporádica, todos sabemos qué es el ruido, y todos lo hemos sufrido en alguna ocasión: un domingo que nos despertaron los martillazos del vecino, un día que no podíamos estudiar por los ladridos de un perro, o aquel día que el claxon en la calle nos fastidió nuestra serie favorita…
También ha crecido en gran medida la conciencia contra el ruido en el ambiente laboral, gracias, en gran medida, a la legislación de protección de los trabajadores, y a las audiometrías con que se diagnostica a los trabajadores de forma periódica.
La concepción del ruido como contaminante todavía no está asentada en nuestra Sociedad
Los costes del ruido
Sin embargo, la concepción del ruido como contaminante todavía no está adecuadamente asentada en nuestra Sociedad.
El ruido tiene costes medioambientales, sanitarios y económicos muy elevados, pero todavía quedan pasos por andar en esta Sociedad en la que los aspectos sanitarios y la protección medioambiental cada vez van ganando interés y relevancia.
A lo largo del siglo XX el ruido se estudió ampliamente desde múltiples disciplinas científicas. Médicos, psicólogos, sociólogos, físicos, ingenieros… analizaron y describieron la naturaleza del ruido y los múltiples efectos que ocasiona. En lo que se refiere al ruido ambiental, está originado principalmente por la industria y el transporte (también el ocio), y nos afecta de manera fundamental durante nuestro tiempo de descanso y ocio.
Muchos de los efectos del ruido ambiental están relacionados con la percepción subjetiva de cada individuo, lo que origina que los efectos del ruido sean más agudos en unas personas que en otras. Pero, de manera objetiva, y más allá de la molestia (que no debe menospreciarse), el ruido afecta a las personas, y lo que resulta más preocupante, en muchos casos, no somos conscientes de dicha afección.
El ruido puede causar problemas de audición, hipertensión, estrés, dolor de cabeza, irritabilidad, falta de concentración, pérdida de rendimiento, agresividad, pérdida de memoria.
En los años noventa del pasado siglo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) puso el foco en los problemas derivados del ruido con diversas publicaciones que analizaban el estado del arte en referencia a los efectos sobre la salud.
El ruido puede causar problemas de audición, hipertensión, estrés, dolor de cabeza, irritabilidad, falta de concentración, pérdida de rendimiento, agresividad, pérdida de memoria.
Del estudio analítico de las características del ruido en las ciudades y los efectos demostrados del ruido sobre las personas surge una guía de recomendaciones para una gestión adecuada del ruido comunitario.
A pesar de que en ciertos campos de aplicación (como el transporte aéreo) el ruido ya era considerado con anterioridad como objeto de estudio y preocupación, estas publicaciones contribuyeron a acrecentar la concienciación en aspectos relacionados con el ruido ambiental, especialmente en Europa.
Gracias a ello, la evaluación del impacto ambiental de las industrias y de las infraestructuras del transporte empezaron a incorporar aspectos relacionados con el ruido, y su gestión empezó a ganar importancia en el desarrollo de los planes urbanísticos.
Se creó nueva legislación, y las principales ciudades asumieron la necesidad de realizar mapas de ruido como una herramienta fundamental para la gestión del problema.
La importancia de la medición
En 2002, la Unión Europea dio un nuevo paso con la aprobación de la Directiva Europea del Ruido, que establecía las bases para la gestión de este contaminante en los distintos Estados miembros y fijaba la necesidad de elaboración de mapas estratégicos de ruido como la principal herramienta en la lucha contra el ruido ambiental.
En esta lucha, a menudo resulta difícil adoptar acciones que puedan tener efectos positivos en el corto plazo, dado que las administraciones deben conjugar criterios acústicos junto a muchos otros (industria, transporte y movilidad, creación de empleo, crecimiento económico, necesidad de ocio).
La medición del ruido permite adoptar medidas eficaces para solventar problemas concretos, que afectan a personas con nombres y apellido
En este corto plazo, la medición permite adoptar medidas eficaces para solventar problemas concretos, que afectan a personas con nombres y apellidos. La cualificación del personal que efectúa las mediciones adquiere una gran relevancia, especialmente ante los cambios legislativos acaecidos en los últimos años.
Pero la lucha contra el ruido pasa por la adopción de políticas estratégicas que consigan involucrar a los diferentes agentes en dicha lucha, de manera que este contaminante no siga siendo considerado como un factor menor y sea ponderado con la misma importancia que el resto de factores socioeconómicos y ambientales.
En este sentido, la declaración de una Jornada Internacional de Concienciación contra el Ruido, las acciones divulgativas en colegios, o la elaboración de mapas estratégicos son acciones que deben ser ejecutadas hoy para recoger sus frutos en el medio y largo plazo.
Pero la concienciación contra el ruido no es más que un medio para alcanzar un fin. Son la manera de poner en movimiento a la industria y a las administraciones, de manera que estas incentiven la I+D+I en esta línea.
Ciencia y tecnología deben ser los encargados, sumando sus esfuerzos, de desarrollar soluciones efectivas para el desarrollo de una sociedad más silenciosa, empezando por algo tan específico como el control del ruido en un electrodoméstico, y alcanzando niveles mucho más complejos como la planificación acústica de una gran ciudad.