Llegó diciembre y la Navidad, la época más mágica para los más pequeños y muchos mayores, con sus luces y sus regalos. Estos últimos, concretamente los juguetes, como todos sabemos, están bien distinguidos por edades, funciones, categorías y otras muchas variables.
En función de las mismas, los Reyes Magos son los que deciden cuales son los mejores para cada niño, pero una vez más nos olvidamos del ruido de los juguetes.
¿Qué pasa con los juguetes que presentan altos niveles de ruido? ¿podrían ser perjudiciales para los niños?
¿Qué pasa con los juguetes que presentan altos niveles de ruido? ¿podrían ser perjudiciales para los niños?
La respuesta es que, en ocasiones, ciertos niveles altos de ruido, de manera constante, pueden generar problemas auditivos en el menor. Este asunto se ha tratado y estudiado en la Universidad de California Irvine.
La investigación ha llegado a la conclusión de que los padres, probablemente, se terminen acostumbrando a los ruidos de los juguetes de sus hijos, aunque muchos generen ciertos niveles de estrés, pero muchos de esos sonidos altos pueden dañar la audición del menor si no se usa correctamente.
El médico especialista, Hamid Djalilian, otorrinolaringólogo del Centro Médico de la Universidad de California Irvine, indicó que un juguete se encuentra en nivel seguro se sonido cuando el volumen no sobrepasa los 85 decibelios a una distancia de 25 centímetros del oído.
Uso correcto de los juguetes
Del mismo modo, asegura que, la mayoría, sino todos los juguetes, cumplen con las reglas de seguridad.
El problema, según explica Djalilian, se encuentra en el uso que hacen los niños de dichos juguetes. Por ejemplo, los niños más pequeños, en edad de crecimiento, cuando atraviesan la etapa curiosa o cotilla, quieren descubrir y experimentar todo, y por eso se acercan demasiado los juguetes al oído, para saber de dónde viene el ruido.
En función de cuantas veces realicen este tipo de actividad, el juguete será más o menos peligroso.
¿Qué ocurre con dichas afectaciones a nivel auditivo? Pues que no son fáciles de reconocer. Los padres, y la mayoría de los adultos, no tenemos facilidad para detectar dichos problemas, y de ahí que se generen ciertas lesiones irreversibles.
Una de las pruebas que podemos hacer, a la hora de conocer si un juguete es demasiado ruidoso o no, seria por ejemplo que un adulto mantuviera el juguete al máximo volumen cerca de su oído y constatara si es demasiado fuerte para él o no; o colocarlo por ejemplo, a la distancia del largo del brazo del hijo y comprobar si tenemos que gritarle para que nos oiga.
En niños más mayores, estos problemas también se dan, si bien es cierto que, no es precisamente por juguetes con mucho ruido, sino por la alta exposición que presentan, continuamente a aparatos electrónicos, videojuegos o programas de televisión con un volumen elevado.
La Organización Mundial de la Salud estima que 32 millones de niños y 43 millones de jóvenes de entre 12 y 35 años, viven con discapacidad auditiva
Es importante controlar el volumen al que nos exponemos cada día, en el juego, tanto adultos como niños. La Organización Mundial de la Salud estima que 32 millones de niños y 43 millones de jóvenes de entre 12 y 35 años, viven con discapacidad auditiva. Y que un 60% de las causas de esa disminución o pérdida de audición son prevenibles.
Esto no implica que todos los menores que tengan juguetes luminosos y ruidosos vayan a tener problemas auditivos.
No queremos generar una alarma social, únicamente queremos informar y recomendar el uso adecuado de cada juguete y la importancia que tiene explicarle a nuestro hijo de dónde proviene el ruido si le vemos muy interesado en el mismo.
Además, es importante la selección a la hora de hacer regalos en navidad, puesto que los ruidos y las normas se seguridad están especificadas también en las edades recomendadas para dicho juguete.